PODEMOS BARCELONETA

PODEMOS BARCELONETA Trabajamos para los vecinos del BARRIO

domingo, 19 de octubre de 2014

Se acabó la Asamblea. Y ahora… a ganar

Se acabó la Asamblea. Y ahora… a ganar


Ha sido extraordinario. Era previsible, esto es la democracia de verdad. Y también ha habido alguna anécdota desagradable. Era previsible, es parte de la democracia de verdad. Pero no me han sobrado demasiadas ponencias ni declaraciones en la asamblea ciudadana. He disfrutado escuchando. Si acaso sí han estado de más las que se descalifican solas, como esa del ‘Macho Alfa’ de Rafael Tejero (poco respeto fraternal es ese, ‘hermano’). Pero no otras más sensatas aunque excesivamente voluntariosas como ha sido ese “Las elecciones no las gana un secretario general sino la gente” de Echenique. Porque es una arenga muy romántica, y con eso ya no puede sobrar, aunque en boca de un científico chirría bastante. A él, que estoy convencido de que es una persona fantástica, le diría que si eso fuera cierto, no hubiera hecho falta ni Pablo Iglesias ni Podemos para ver alguna posibilidad de transformación en este país. Que recuerde la situación de hace 10 meses.
Aunque no veo peligrar el proyecto, porque ‘desgraciadamente’ el nivel de implicación profunda es mínimo, y porque si fuera máximo no haría falta Podemos, me gustaría que motu proprio nos planteásemos por qué es importante dejar trabajar a los promotores de Podemos. Y no lo digo porque sin ellos hoy no estaríamos debatiendo, ni porque por ellos hayamos podido asistir a una asamblea tan única e histórica en la política española, sino porque hasta ahora lo han hecho casi todo más que bien.
Me atrevo a pedir que se les deje trabajar porque lo pido desde el lado del activista militante. Y más que eso desde la convicción del que solo considera democracia aquel sistema que permite decidir a cualquiera en cualquier momento.
Esta fue la primera imagen que subimos a la fanpage (horrorosa denominación) de facebook hace cuatro años:
democracia directa
Hoy sigo pensando exactamente lo mismo que cuando diseñé esa imagen, y no me he movido ni un milímetro de mis convicciones. Por eso como ideal me gusta más la teoría de Echenique, García, Muñoz, Mestre, etc. que la del equipo de Pablo Iglesias.
Y sin embargo votaré por la propuesta de Iglesias et al. Y no porque me deje llevar por mitomanías tan absurdas como sintomáticas de esta sociedad, ya que otra de las convicciones que mantengo intactas es la de rechazar líderes y liderazgos. Sino porque apostar por las otras sería no saber en qué mundo vivo y sería renunciar a la esperanza de conseguir algo tangible.
La teoría casi siempre acierta dentro de sus humanos límites, pero la realidad suele adelantarla por las cunetas (y sí tiene doble intención). Ayer sin ir más lejos estuve votando finalmente en https://participa.podemos.info/es las cinco resoluciones que permite el sistema adoptado. Para poder votarlas con el rigor suficiente tuve que leerlas todas, y son muchísimas. Para poder analizar algunas de ellas tuve que documentarme, y eso que llevo informándome e informando sobre política desde hace unos cuantos años. Y con todo, estas resoluciones estaban a miles de folios de ser lo suficientemente exhaustivas como para determinar algo más que un decálogo de intenciones sin precisión procedimental (incluso las que he suscrito e incluyen mi firma además de mi voto).
Y estamos hablando solo de votar propuestas ajenas. En ningún caso he hablado de, aparte, implicarnos en su desarrollo.
Supongo que está claro lo que quiero decir. Más allá de la buena intención, es materialmente imposible participar en todo, e incluso lo es el participar solo en un 1% de lo que compete a un partido; no digamos ya a un Estado. Pero por acercarme más a los hechos, solo hay que ver cuánta gente ha participado en la votación de estas resoluciones abiertas a cualquiera. Y responsabilidad y criterio aparte, 30.000 participantes se quedan en lo testimonial, o menos, aun siendo todo un hito en la política participativa de este país.
Así, sin descartar su indudable valor como herramientas de apoyo: ni medios telemáticos, ni asambleas constantes y ni mucho menos complejidades de democracia líquida son hoy una propuesta realista pensando en las mayorías. Y es que esa realidad que no siempre percibimos, es muy tozuda, y envía un claro mensaje a cualquiera que pretenda observarla excepto que siempre nos relacionemos con el mismo círculo social y seamos tan elitistas como para no compartir impresiones con la gente en el bar, en la AMPA, en el trabajo, o… simplemente leyendo los comentarios en los digitales que incluyen esa opción.
Para mí también sería muy fácil dejarme llevar por mi propio frikismo y decir que la mejor forma de apostar por Podemos es haber sabido quiénes eran –años antes de que naciera esta propuesta– todos y cada uno de sus integrantes. Yo ya sabía de casi todos, o mejor: de casi todos los que tienen una trayectoria pública, aunque esa trayectoria nunca haya merecido espacio en los grandes medios de masas, ni atención más allá de círculos muy reducidos. Por esta razón, por saber qué modelo de existencia eligieron y qué han dicho durante tantos años, tengo muy claro que me puedo fiar de ellos, y sé que van a hacerlo incluso mejor de lo que dicen. Pero esto no es una crítica, no todas las personas tenemos las mismas inquietudes, e incluso en mi caso, hoy ya tengo muchas más ganas de dedicarme a mi familia y a mí mismo que de continuar constantemente implicado.
Decía Santiago Alba que quiere escribir poesía, y se quejaba con ironía Fernández Liria de que no hubiera una ley que prohibiera los cumpleaños infantiles mientras hacía las tartas de sus mellizos de cinco años. Y es que la vida normal no tiene nada que ver con la que algunos estamos llevando desde hace demasiado tiempo. Para muchas personas la implicación no es una afición, sino algo que se hace por responsabilidad. Y la verdad es que hasta cierto punto molesta que ahora lleguen algunas otras personas que deben disfrutar con ello a decirnos que tenemos que seguir dedicando todo el tiempo del mundo a participar, cuando lo que estamos deseando es que esto por fin se solucione y estabilice para poder recuperar una parte de nuestras vidas. Y como nosotros unos cuantos millones de personas más que lo que quieren –habiendo estado implicadas o sin haberse implicado nunca–, es un gobierno decente, sin más.
Por lo que decía anteriormente –eso de que no todos (afortunadamente) tenemos las mismas inquietudes–, no hace falta siquiera conocer esas trayectorias. Tenemos derecho a confiar incluso por intuición, aunque siempre exigiendo las herramientas que posibiliten participar cuando lo consideremos necesario. Sabiendo que están ahí. Incluso para deponerlos (revocar) en caso de una mala gestión, o para derogar una ley conflictiva o que no cuente con la aprobación mayoritaria. Y esto significa, por el momento, que si se hacen bien las cosas no será necesario hacerlo casi nunca, y solo nos quedará agradecer el esfuerzo y el buen hacer de aquellos en los que hemos delegado parcialmente la administración del Estado (como delegamos en el administrador de la finca, o en el gestor, el médico, o los profesores, etc.). Y con el tiempo, si todo sale bien, ya pondremos los mimbres de una nueva sociedad.
Y si nosotros tenemos derecho a confiar, Podemos tiene derecho a tener una coordinadora homogénea, afín, con las ideas muy claras (desde siempre), y lo suficientemente ágil para no tener que andar debatiendo internamente cada decisión o cada mínimo paso que se quiera dar. Y sí debe existir alguien que marque claramente el ritmo, y eso no es compatible con las portavocías colegiadas.
Si no lo hacen bien ya se lo haremos saber, y ahí, como en muchas otras cuestiones, sí pueden tener un gran papel los círculos. Y aun haciéndolo bien ya iremos proponiendo mejoras. Pero a toda esa gente que plantea tantas reformas sobre un modelo que ni ha sido puesto a prueba, sí os pediría, con todo el cariño, que no nos hagáis ser políticos a tiempo completo. Ideemos unos cauces claros, eso está bien. Pero con tiempo y lo suficientemente exigentes como para que impidan interrumpir constantemente la labor de gobierno, porque de lo contrario aquellos que tienen poder harán inviable gestionar nada.
Querer cambiar radicalmente en unos meses aquello que hemos sufrido durante 40 años (y antes mucho más), y querer cambiarlo mucho más allá de lo que ya plantea el grupo promotor, que no es poco, puede ser pedir demasiado. Aún no hemos ganado nada, y sin el grupo promotor seguiremos sin hacerlo, seamos realistas. La gente corriente no vota a la gente corriente (aunque sea muy comprometida), en Guanyem votarán a Ada Colau, y en Podemos votarán a Pablo Iglesias. Y está muy bien, ¿por qué no iba a estar bien? No vendamos la piel del oso antes de cazarlo. Seamos pacientes. Pero sobre todo no matemos la posibilidad, ni permitamos que nadie lo haga. Podemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario